Nada, y en el fondo, todo nos separa.
Trabajo, familia, amigos, esperanzas,
quizás incluso sueños e ilusiones.
Y yo te persigo inclemente y despiadado,
para hacerte sentir de nuevo, y lograr,
contra todo pronóstico, que me quieras.
Ni siquiera pido un amor de película,
me conformo con uno de botica,
de pocas palabras, y alguna caricia.
Trabajo, familia, amigos, esperanzas,
quizás incluso sueños e ilusiones.
Y yo te persigo inclemente y despiadado,
para hacerte sentir de nuevo, y lograr,
contra todo pronóstico, que me quieras.
Ni siquiera pido un amor de película,
me conformo con uno de botica,
de pocas palabras, y alguna caricia.
Pues en el fondo, quererte, bella dama,
está grabado en mis genes, en mi naturaleza,
desde el primer momento en que te vi.
Quizás fuera solo la persona adecuada,
en el momento preciso, con la necesidad,
desconocida para ella, de ser amada.
Que se fue a juntar con un ser,
para quien la vida sin amar no existe,
y que por ello, ama sin esperanza ni medida.
Y aquí seguimos, jugando, enamorándonos,
de una palabra, de un sonido, de un gesto,
pero también de la idea y del cariño.
Tú, tan lejana, en tu fortaleza de la soledad,
de la tristeza, y yo, fiel caballero enamorado,
desmontando tu torre de piedra con las manos.
Mientras sueño con estar de nuevo a tu lado,
y decirte todas aquellas palabras, que de momento,
solo puedo convertir en furtivos versos.
Seguimos a la distancia de un beso, de una caricia,
y te voy rodeando de palabras y de versos,
para que pienses en mí al dormirte...
Con la vana esperanza de encontrarnos,
libres por fin, a medio camino, entre la vida,
y el más salvaje y absoluto de los sueños.