lunes, 15 de febrero de 2016

DIEZ

Soy lo que nadie quiere
me dijiste entre llantos
y yo, tan cobarde,
tan prudente como siempre,
me callé una vez más,
ahogando en mi interior
las palabras de amor
que pugnaban por salir...

Y te dejé llorar, de soledad,
allá en la distancia implacable
mientras notaba en mi pecho
que se rompía mi corazón,
porque no me atrevía
a recordarte una vez mas
mis oscuros sentimientos...

Dejé fluir mi rabia, mi tristeza,
y me uní a ti en las oscuras
tierras de las lágrimas amargas,
y aquello fue lo más íntimo
que compartimos de madrugada,
nos unió la maldita distancia,
y la necesidad de un buen abrazo.

Amor maldito y castigado, como siempre,
con la fría indiferencia, silenciado
en un corazón que aúlla contra todo,
contra la distancia, la soledad, la traición,
contra el peso de un pasado remoto,
que te robó la capacidad de amarme,
y la certeza de ser amada de nuevo.

Vamos dando tumos, presos del juego,
de los medios silencios y pesadas verdades,
de sutiles sugerencias y palabras soñadas,
cada uno preso de su vida, de su realidad,
aunque rompemos las barreras cada noche,
solo por un minuto, un segundo, somos libres,
entre las palabras nunca pronunciadas...

139. LA SOMBRA DE SUS MANOS

Manos que sueñan, que acarician, que besan, observan, bailan, hechizan, flotan en el aire, prometen infinitos... Y ella, ella... No se da ni...