miércoles, 5 de diciembre de 2018

CUARENTA

Como las golondrinas en primavera,
con esa promesa de sol y buen tiempo,
vuelan hacia ti mis pobres versos,
cargados de amor, de soledad, de ausencias,
de vanas promesas, de futuros inciertos,
cuando quizás ya no tienen otro sentido
que recordar marchitos sentimientos.

"Te escribiré cuarenta poemas de amor",
te dije, medio en broma, medio en serio.
Y tu te reíste, como pensando
¿De dónde va a sacar tanto verso?

Pues bien, aquí están, del corazón marchito,
de la soledad plagada de sueños,
de las noches en vela, de las tardes de paz,
de las mañanas en la cama, bajo las mantas,
de la lluvia, del sol, del viento, del frío,
del calor y del cierzo, del otoño y el invierno...

Cuarenta poemas, muestra de amor no pedida,
cuando las palabras se quedan cortas
o no llegan, los poetas lanzamos los versos,
al aire, al viento, a la nada, al infinito,
con la esperanza de que un día de estos
lleguen a tus manos, mi hermosa, y triste,
y lejana, y tan silenciosa, dama de mis sueños...


TREINTA Y NUEVE

Recuerdos que me acompañan
en la medianoche del alma...

El sonido de tu risa.
La sal de tus lágrimas.
La dureza de tus silencios.
El tacto de tu mano en la mía.
El olor de tu melena cobriza.
Tu profunda mirada.
Los libros que compartimos.
Un paseo por la orilla del Darro.
El camino de los Tristes.
Ese pinchito con patatas.
Las películas que te mandé.
El tacto de la lana sobre tu piel.
La mirada de un oso de peluche.
Dos monstruos salidos de una taza.
Aquellos libros tan peculiares.
Tu foto en pijama.
Tu voz al atardecer, tantos meses.
Tus comentarios sobre el día.
Mis sueños durante la noche.

Tantas y tantas cosas,
que no se desvanecerán mañana...

TREINTA Y OCHO

Me adentro en los páramos del desamor,
en la locura triste y silenciosa, buscando,
incansable, la salida de esta situación.

Mando mis bajeles, cargados de versos,
contra la tormenta, contra la nada ausente,
pero todos naufragan, no hay supervivientes.

Perdí la esperanza, la voluntad y la paz,
incluso la palabra se estrelló contra la nada,
pero de allí he regresado más fuerte...

Soy un explorador de lo desconocido,
pionero en el desierto africano, o en el polo,
la misma soledad me embarga sin piedad.

Mas no me rindo, y sigo luchando,
contra mí mismo cada mañana,
contra tu silencio cada noche...

No se intuye cercano el final,
y mientras haya dudas al respecto,
mantendré la última esperanza...

TREINTA Y SIETE

Vivo en el dolor de tu ausencia,
en el marasmo de tu silencio,
y me arrastro entre días y noches,
buscando tu perdón y tu presencia.

Lanzo mensajes de amor en vano,
tratando de romper la maldición,
pues no me rindo fácilmente, bella dama,
que ahora me castigas inclemente.

Sueño con tu voz, con tu sonrisa,
te escucho en el silencio de la noche
y entre los susurros y murmullos
de los muertos en vida como yo.

Y te sigo escribiendo estos tristes
poemas y mensajes desde el limbo,
para conjurar la maldita soledad,
para olvidar que no estás a mi lado.

Incluso dos regalos de navidad
ayer te he comprado, como mensajeros
de aquello que no puedo decirte,
con palabras, con murmullos, a besos.

Crecen las ansias de besarte, mi dama,
quizás en las mejillas, o en los labios,
de cubrirte de tibios y dulces abrazos,
de ofrecerte mi corazón por fortaleza.

Y aunque no me rindo fácilmente,
cada día me cuesta un poco más
seguir adelante, buscarte dormido,
añorarte despierto, sortear tu ausencia.

Buscando en el recuerdo tu voz,
veo en bucle el vídeo que me mandaste,
recién despertada, en los brazos del sueño,
y me acompaña en el largo silencio...

139. LA SOMBRA DE SUS MANOS

Manos que sueñan, que acarician, que besan, observan, bailan, hechizan, flotan en el aire, prometen infinitos... Y ella, ella... No se da ni...