Los
oyes respirar... duermen... tranquilos...
como
solo los niños pueden hacerlo...
y
tú, en silencio, vigilas sus sueños...
Iluminadas
por la mortecina hoguera,
sus
caras y cuerpos se confunden,
en
el corazón de la eterna noche...
Niños...
eso es todo... tantas vidas...
tantos
sueños, decepciones, miedos,
y
la certeza de que todo saldrá bien...
Paseo
la mirada por sus cuerpos,
sus
caras, buscándola... a ella...
a
mi pequeña princesa de hielo...
Apoyado
contra la pared de la ermita,
noto
en los ojos la llamada del sueño,
mas
prefiero seguir mirándola... callado...
Está
tan cerca de mí, que acaricio su mejilla,
y
ella, mi dulce Amalia, sonríe... yo me inclino...
y
la beso, suavemente, un leve roce...
Beso
robado a la luz de la chimenea,
en
la vieja ermita... aquél campamento,
mágico,
en Bárcena Mayor, mil recuerdos...
Finales,
comienzos, realidades y sueños...
Momentos
y personas que cambian tu vida...
en
torno a una vigilia al amor del fuego...
Viejos
escenarios de la infancia, que te marcan,
como
un hierro al fuego, personas que olvidas,
pero
nunca los sentimientos.. y los sueños...
Y
quiero soñar de nuevo, con princesas malas,
y
dragones buenos... caballeros cobardes...
y
mundos de tinta... donde todo es posible...
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