Cada tarde, en mi interior,
Nacen y mueren las palabras,
Desapareciendo en la nada
Antes de ser conjuradas…
Mueren las brillantes ideas,
Desaparecen las esperanzas,
Se esfuman los pensamientos,
Y solo queda la nada…
Esa nada, conocida, cotidiana,
Castrante y frustrante, la nausea,
Por la vida en general, por la muerte,
Por la repetición absurda…
Los mismos, gestos, soledades,
Fríos, ausencias, tristezas,
Silencios, y casi las mismas,
Huecas y vacías, palabras…
¿Acaso no hay para mí
La menor esperanza?
¿No hay un futuro
Después de las lágrimas?
¿Dónde están el amor,
La felicidad, la complicidad,
La ternura, la pasión,
La esperanza?
O quizás, todo pasó ya,
Y no me queda nada,
Salvo un puñado
De falsos recuerdos…
No quiero más tristezas,
¡Necesito esperanzas!
¡Necesito la fuerza,
Para seguir luchando!
Pues de lo contrario,
Si me dejo llevar,
Ya todo se acaba,
Y comienza, en serio, la nada…
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