viernes, 4 de noviembre de 2022

122. NADANDO ENTRE DOS AGUAS

Contigo, mi bella dama, me muevo en el silencio,
sin palabras voy tejiendo mi red, y preparo,
como la araña, la tela para capturarte al fin.

Es una sensación extraña, y lo sabes,
el no poder leer tus pensamientos en la distancia,
el lanzar mis naves contra el océano del silencio.

Soy como el náufrago, nadador entre dos aguas,
arrastrado por las mareas hacia los arrecifes,
pero al mismo tiempo, feliz de tocar tierra.

Las corrientes me traen y me llevan,
desde las lágrimas de tus ojos, hasta el Paraíso,
ese objetivo misterioso, de tus labios.

Porque solamente cuando sueño, soy feliz,
desaparecen las barreras, y cada noche,
me pierdo entre tus sábanas, en tu regazo.

En sueños, te beso, te abrazo, te acaricio,
me dejo llevar por la promesa que late,
confiada, entre sus senos, entre tus piernas.

Y vivo, y muero, por tenerte a mi lado,
por mirar juntos los bosques de la Alhambra,
por acariciar tu melena pelirroja, desordenada.

Daría cualquier cosa por perderme en tu mirada,
por observar mi imagen invertida, antes de besarte,
y que tus labios se abrieran bajo mi lengua.

Y te abrazo, en la distancia, en el tiempo,
en el todo y en la nada, y cada noche,
como un ladrón, me meto entre tus sábanas...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

140. UN REGRESO INESPERADO

Poemas que se elevan en el viento y alcanzan los cielos de madrugada. Palabras que surgen en la punta de los dedos, y encuentran su camino s...