Hoy
has visto mis ojos asomarse
Desde
el otro lado del espejo,
Desnudándote
con la mirada,
Y
me has seguido el juego…
Primero
te has soltado el pelo,
Lentamente
han caído tus negros zarcillos
Por
los lados de tu cuello, tu linda cara,
Y
me has sonreído, pícara ninfa descarada…
Luego,
muy lentamente, has desabotonado
Tu
blanca blusa de seda, que tanto me gusta,
Tu
sujetador negro de lencería, tan cálido,
Mostrándome
tus hermosos y níveos pechos…
Después
te has quitado la negra falda,
Has
jugueteado con el negro tanga,
Las
medias con fino y sensual liguero,
Los
negros zapatos de tacón alto…
Me
has mostrado tu espléndida desnudez,
Ofreciéndote
entera a mis ardientes miradas,
Y
luego te has dado una larga y cálida ducha,
Y
te has envuelto en blanquísima toalla…
¡Que
no daría yo por estar a tu lado,
Por
besarte, abrazarte, olerte, tocarte!
Mas
desde la muerte, tan solo puedo
Mirarte
desde el limbo entre dos mundos…
Amor
imposible y febril en la vida,
Siervo
y vasallo fiel en la muerte,
Siempre
estaré a tu lado, observándote,
Desde
el otro lado del espejo…
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