Déjame deslizarme sobre tu piel
sonrosada, tierna, adolescente,
y recorrer tus labios con suspiros.
Déjame besarte en los ojos cerrados,
para que luego sueñes conmigo
y, al despertar, quieras buscarme.
Déjame acariciar tu cuello grácil,
seguir la ruta de la sangre cálida,
tan llena de aquella vida que añoro.
Déjame pensar que todo podría haber
cambiado, ser distinto, ser felices
juntos, tal vez en otro lugar, en otra vida.
Déjame olvidar, sumergido en tu aroma,
todas aquellas cosas que jamás he vivido,
al menos, no contigo, y por eso no cuentan.
Déjame recordar, al menos, aquel
instante,
en el cual nuestras almas se cruzaron
a través del tiempo, tú viva y yo muerto.
Déjame vivir a tu lado esta noche, una
más,
y tumbarme junto a ti, aunque no me veas,
tal vez sientas el frío de mi cuerpo fantasmal.
Déjame acompañarte entre las sábanas de
raso,
perderme en la inmensidad azul de tu cama
y recitar mis versos malditos en tu oído.
Déjame soñar contigo, con noches de
luna,
de murmullos y susurros, para que escuches
mi voz, amándote, al otro lado del
espejo.
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