Susurras en mi oído tiernas palabras,
me hablas de futuros, de amores,
de sueños, de planes, de realidades,
siento tu cuerpo desnudo, fresco,
pegado a mi espalda y tus manos
traviesas, trazan arabescos en mi pecho.
Intentas que todo sea igual que antes,
que no haya cambios en la vieja rutina,
que se cumplan los tiempos y ritmos
del antiguo y hermoso cortejo amoroso,
incluso has preparado velas aromáticas,
y baño de espuma y música suave...
Pero lo siento, querida, esta noche,
soy yo quien no tiene ganas de nada,
incluso si mi cuerpo te desea, motivado,
no pasa lo mismo con mi alma, con mi mente.
No sigas así, no lo intentes, no puedo,
otros pensamientos nublan mis sueños.
Demasiadas cosas me distraen para caer,
una vez más, en tu dulce juego y no quiero
hundirme en tus inmensos ojos negros,
pues si lo hago, ya no tendré fuerzas, lo sé,
para decirte que ya no te quiero como antes,
y desaparecida la magia, solo queda el cuerpo.
Pues el amor es una planta, y necesita riego,
y poda, y abono, y mimos, y besos, ternuras,
mil cosas, pequeñas y grandes que, en ti,
cariño, ya no encuentro. Y me asfixio, me muero,
de pena, y soledad, estando contigo pero nada
te digo, pues caigo en la trampa de tus ojos negros.
Intentaré acumular fuerzas, para hablar contigo,
otra tarde, otra noche, y decirte lo que siento,
buscaré el modo de avivar las viejas ascuas,
y las palabras que necesito, y los gestos.
Pero será otra noche, pues el agua está caliente,
y las velas iluminan dos amantes en el espejo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario