Comenzar el día, abrir las cortinas,
sentir el terciopelo negro en las manos,
observar las pequeñas motas de polvo
danzar en el aire de la mañana,
acercarme a los visillos blancos,
y sentir el calor del sol sobre mi cuerpo,
ser consciente del despertar de la consciencia,
abrir lentamente los ojos al mundo, disfrutando,
de la cálida y perezosa mañana de domingo,
y soñar con otros brazos que enlacen mi cuerpo,
y con otros labios que besen los míos…
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