miércoles, 5 de diciembre de 2018

TREINTA Y OCHO

Me adentro en los páramos del desamor,
en la locura triste y silenciosa, buscando,
incansable, la salida de esta situación.

Mando mis bajeles, cargados de versos,
contra la tormenta, contra la nada ausente,
pero todos naufragan, no hay supervivientes.

Perdí la esperanza, la voluntad y la paz,
incluso la palabra se estrelló contra la nada,
pero de allí he regresado más fuerte...

Soy un explorador de lo desconocido,
pionero en el desierto africano, o en el polo,
la misma soledad me embarga sin piedad.

Mas no me rindo, y sigo luchando,
contra mí mismo cada mañana,
contra tu silencio cada noche...

No se intuye cercano el final,
y mientras haya dudas al respecto,
mantendré la última esperanza...

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