miércoles, 5 de diciembre de 2018

TREINTA Y SIETE

Vivo en el dolor de tu ausencia,
en el marasmo de tu silencio,
y me arrastro entre días y noches,
buscando tu perdón y tu presencia.

Lanzo mensajes de amor en vano,
tratando de romper la maldición,
pues no me rindo fácilmente, bella dama,
que ahora me castigas inclemente.

Sueño con tu voz, con tu sonrisa,
te escucho en el silencio de la noche
y entre los susurros y murmullos
de los muertos en vida como yo.

Y te sigo escribiendo estos tristes
poemas y mensajes desde el limbo,
para conjurar la maldita soledad,
para olvidar que no estás a mi lado.

Incluso dos regalos de navidad
ayer te he comprado, como mensajeros
de aquello que no puedo decirte,
con palabras, con murmullos, a besos.

Crecen las ansias de besarte, mi dama,
quizás en las mejillas, o en los labios,
de cubrirte de tibios y dulces abrazos,
de ofrecerte mi corazón por fortaleza.

Y aunque no me rindo fácilmente,
cada día me cuesta un poco más
seguir adelante, buscarte dormido,
añorarte despierto, sortear tu ausencia.

Buscando en el recuerdo tu voz,
veo en bucle el vídeo que me mandaste,
recién despertada, en los brazos del sueño,
y me acompaña en el largo silencio...

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