Llovía esta tarde en Madrid,
y las lágrimas del cielo disimulaban
las que corrían por mis mejillas,
el calor llamando al frío interno,
la soledad amarga me perseguía.
Buscando tu reflejo en los charcos,
no alzaba la mirada, y la capucha,
negra, todo lo limitaba.
La realidad, sin ti, carecía de sentido.
Pero yo te seguía buscando.
En el agua sucia de los charcos,
con los restos de gasóleo
formando precarios arcoíris.
La sonrisa de una desconocida
tras el ventanal de un bar
me hablaba de tu ausencia.
El doble silencio de las calles,
con el oído desconectado tras volar
hacia otras realidades, mas no hacia ti,
me aislaba aún más que de costumbre.
Esas tontas ganas de cantar bajo la lluvia,
para que lo haga con más fuerza,
el repicar del granizo sobre el impermeable,
los pies de la gente al correr
buscando un refugio inexistente...
Y yo, a cada paso, más lejos de ti,
más perdido, más solo, más triste,
deseando con más ganas ese abrazo,
esos besos, tus caricias y tus manos,
pequeños milagros de la vida en común
que nos han sido negados por el tiempo,
por la distancia, por tus miedos...
Te he llamado entre océanos de tiempo,
te he buscado, incansable, para encontrarte,
refugiada en las líneas de un poema...
... al final, regreso a la poesía... aunque no sea demasiado buena... aunque a veces me parezca incluso un poco falsa... porque me quedé enganchado en las marañas de la prosa... pero sobre todo, porque disfruto escribiendo poesía... y compartiéndola contigo...
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