La luna se esconde en su lecho de nubes,
quizás para no ver a los amantes llorar
cuando llega el último adiós.
Ella llora abiertamente,
él trata de no hacerlo...
Los hombres no lloran...
Un solo día para compartir.
Veinticuatro horas de sueño,
de largos paseos bajo la lluvia,
de descubrir la ciudad de él...
Un café cómplice en la Plaza Mayor,
un beso en la Puerta del Sol,
un abrazo en la Gran Vía...
Al final pudo viajar ella,
dejando atrás su ciudad,
sus amigos, su vida...
Para encontrar su destino
entre los brazos de él,
y compartir ese día,
mágico para los dos...
Conocerse por fin,
perderse y encontrarse
en los ojos del otro...
Y vivir un sueño de amor
Ahora regresan la realidad
la maldita distancia,
y la amarga soledad...
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