Miradas que se cruzan en el aire,
Se engarfian como zarcillos del alma,
Expresan mucho más que las palabras,
Lanzando solitarios mensajes…
Juego de mentes, de almas, de sueños,
En cualquier vagón de tren,
Un martes por la mañana,
Con promesas incumplidas…
Leves gestos de interés,
Que no se convierten en palabras,
Porque ninguno de los dos se atreve
A romper la vieja magia…
Miradas, dulces y almibaradas,
En el juego más viejo del mundo,
Repetido hasta la nausea,
Pero que no acompañan las palabras…
¡Si solo hubiera tenido el valor
De hablarle esta mañana!
¡Si no hubiera tenido el miedo
De renunciar a mi soledad!
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