Domingo de lluvia y viento en Madrid...
Los colores de las hojas susurran,
desde el pasado, algunos recuerdos...
De un tiempo muy lejano y soñado,
cuando todo era más sencillo...
El tiempo, misericordioso embustero,
tiñe de romanticismo viejos momentos,
y les otorga la pátina del cariño...
Y lánguidamente, nos engaña...
para que sigamos adelante...
Cae la penúltima hoja del árbol,
y sus ramas descarnadas se alzan,
insuperable metáfora de la muerte...
con la falsa esperanza de revivir,
cuando llegue la vigorosa primavera...
El parque, el bosque o el jardín
se tiñen con los colores de la agonía,
y los gritos de cada hoja, al desgajarse,
se mezclan con los silbidos del viento...
mas nosotros no podemos oírlo...
Llega un momento en la vida, quizás hoy,
cuando el otoño te hace recordar el ayer,
viejos anhelos... esquivos besos... olores ciegos...
que te llevan al pasado, quizás no el auténtico,
sino el que necesitas recordar... para vivir...
Yo alcancé ese momento, y lo noto...
en todas las fibras de mi cansado cuerpo,
mientras paseo... y el sonido de las hojas,
el olor de la tierra, la caricia del viento,
me devuelven la memoria... de los ausentes...
Y los imagino, a mi lado, mientras camino,
los viejos amigos que hace tiempo se fueron...
aquél amor de juventud, que me hizo vivir...
los fantasmas de los difuntos me cuentan
historias de nuestras vidas, en el viento...