Una solitaria palmera
extraviada en la gran ciudad
me trae recuerdos felices
de un paseo frente al mar...
Desde mi espalda, un dragón,
enamorado, mira al hada,
y nuestras manos se rozan
mientras caminamos por la orilla...
Las olas nos arrullan
y nos hablan de otros tiempos,
el sol acaricia lentamente,
calentando almas y cuerpos...
Canta el mar en nuestros oídos
palabras de amor a cientos,
mas mis labios no las pronuncian,
y dejo pasar el momento...
El sol riela sobre su cuerpo,
el aire la acaricia suavemente,
y mis manos y mis labios ansían
acariciarla igual que mi mirada...
Amor, amistad y deseo se juntan,
embarullando mis pensamientos,
creando un caos de sentimientos
que se notan en mi mirada...
Y ella me mira más tarde,
y sonríe, como adivinando
a la luz de las velas
todos mis sentimientos...
Pero las palabras se resisten,
no nacen de mis labios, pero ella
las pone al descubierto, mientras
que en sus ojos marrones, me pierdo...
Y ahora, en mi soledad sonora,
vuelan hacia ella mis pensamientos,
el ruido de los coches desaparece,
y solo quedan mil recuerdos...
Recuerdos de un día de playa,
de cuatro noches de velas e incienso,
de un amor que permanece vivo
en el espacio y el tiempo...
... al final, regreso a la poesía... aunque no sea demasiado buena... aunque a veces me parezca incluso un poco falsa... porque me quedé enganchado en las marañas de la prosa... pero sobre todo, porque disfruto escribiendo poesía... y compartiéndola contigo...
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