Nunca te fíes de un poeta,
porque puede enamorarte,
a pesar de la distancia,
solo con sus versos...
Jamás confíes en un escritor,
porque es el dueño de las palabras,
y con ellas te hace vivir
mil y un nuevos sentimientos...
Las palabras son mis herramientas,
los precarios versos, mis mensajeros,
y así, poquito a poquito, en tus oídos
voy destilando mi dulce veneno...
Poco importan entonces los enemigos,
la distancia, el espacio, el tiempo,
porque en torno a tu corazón
voy tejiendo una maraña de versos...
Mensajes de amistad fuerte y eterna,
promesas de fidelidad sin cuento,
mientras lentamente en tu corazón
voy manipulando sentimientos...
Todo vale en el amor y en la guerra,
y poco a poco lo voy consiguiendo,
esa dulce mirada de tus ojos marrones,
esa sonrisa mientras vas leyendo...
¿Cuál será el final de la batalla?
Ni lo sé, ni me importa saberlo...
¡Pero qué dulce resulta la caza
cuando hay tanto que ganar!
A quien le importa la derrota
solo cuenta el disfrutar del juego,
escribiendo para ti palabras al viento,
expresando tantos sentimientos....
... al final, regreso a la poesía... aunque no sea demasiado buena... aunque a veces me parezca incluso un poco falsa... porque me quedé enganchado en las marañas de la prosa... pero sobre todo, porque disfruto escribiendo poesía... y compartiéndola contigo...
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