viernes, 26 de septiembre de 2014

EN LA MADRUGADA...

Los besos que no nos dimos
me queman los labios y el alma...

Mis manos están huérfanas
de tus caricias de niña mala...

Toda la piel de mi cuerpo
te llama en la distancia...

Incluso mi mente torturada grita
tu nombre en la oscuridad...

Las palabras que nunca te dije
rompen de mi corazón las murallas...

Y los sentimientos poco convenientes
aúllan en el fondo de mi garganta...

Amor de juventud que regresa
con fuerza a presentar batalla...

Cuatro noches de incienso y velas,
sin caricias ni besos, solo palabras y miradas...

¡Cuánto quisiera poder hundirme
en tus ojos hasta el alba!

¡Qué no daría por besar la miel
de tus labios, la sal de tu cuerpo!

Y yo, curtido en cien mil batallas
arrío una vez más ante tí bandera blanca...

Y confieso mi amor, mi desesperación
por no ser yo a quien tú amas...

Como amigo fiel, regresaré a las sombras,
tan lejos de la luz de tu mirada...

Pero no puedo evitar buscarte en sueños
y besarte con dulzura en la madrugada...

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