A
través de la oscuridad de la noche,
grabado
en un mensaje de voz,
me
llega el sonido de tus lágrimas,
las
palabras entrecortadas
cuando
intentas poder respirar.
Y te
imagino llorando a solas,
en
la oscuridad de tu habitación,
tumbada
en la cama de noventa,
mientras
suenan las campanadas
en
el reloj del salón comedor.
Daría
lo que fuera por estar
esta
noche a tu lado, mi dama,
y
poder abrazarte mientras lloras,
dejando
que la camisa se empape,
al
mismo tiempo que se va tu dolor.
A
veces los gestos dicen más
que
las selectas palabras de amor,
y
con un simple abrazo nos basta
para
reconstruir nuestro mundo
y
encontrar respuestas secretas
en
medio de la soledad.
Pero
yo no puedo estar a tu lado,
una
vez más, cuando me necesitas,
maldita
distancia inclemente,
que
sin embargo sirve de acicate
para
escribirte poemas de amor…
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