Porque hay muchos tipos de silencios...
el de quien no tiene nada que decir...
el de quien prefiere no decir nada...
el que nace de los abismos del alma...
el cómplice, de los amantes...
el de las palabras que se atragantan...
el nacido del dolor más insondable...
el hijo de la desesperación absoluta...
el de la felicidad más perfecta...
y otros muchos...
Los silencios asustan...
porque no sabes qué hacer con ellos...
Y aunque te mueras por romperlos,
a veces, simplemente, sobran las palabras...
Pero frente a un silencio voluntario,
hijo de la desesperación...
solo hay una respuesta posible...
respetarlo... y esperar a que se rompa,
a su debido tiempo...
Por eso, y aunque bullan en mí las palabras,
aunque mi corazón anhele tu voz,
tu sonrisa al otro lado del teléfono,
voy a respetar tu silencio,
mi querida princesa friolera...
Aunque ya te estoy echando de menos...
... al final, regreso a la poesía... aunque no sea demasiado buena... aunque a veces me parezca incluso un poco falsa... porque me quedé enganchado en las marañas de la prosa... pero sobre todo, porque disfruto escribiendo poesía... y compartiéndola contigo...
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