lunes, 13 de agosto de 2012

EN EL LABERINTO …

Recorro lentamente los pasillos del alma, 
y mis pies se arrastran, dejando huella,
sobre aquella superficie de vieja moqueta
se amontonan los restos de recuerdos,
de felicidad postrera, de amores imposibles,
convertidos en polvo lejos de sus ojos,
de sus labios, de su sonrisa... de Ella...

Tan solo una vela, en palmatoria de barro,
ilumina el camino, en el oscuro laberinto,
de las mil y una puertas secretas...
No hay mapa, ni sueños, ni pistas,
ni otro sonido que el de mis pies...
o las tristes voces del viento...
que aúllan por tanta tristeza...

Toda una vida buscándola,
siguiendo su rastro de sueños,
acechándola en los despertares,
abrazándola desde lejos...
acariciándola con la mirada,
y bebiendo todas sus lágrimas...
Tantos sueños inconclusos,
condenados a desaparecer,
a desvanecerse en el limbo,
de los amores imposibles,
de las esperanzas perdidas...

Y me pierdo, en un marasmo,
de pasillos, puertas, rellanos,
huecos tristes y escaleras,
que llevan a ninguna parte...
Pues de todas formas, es inútil...
La vida, sin ella, no tiene sentido,
ni en el mundo real, que me rechaza,
ni en los páramos, desiertos,
y enfangados, de la memoria...

¿De qué sirve encontrar el Paraíso,
entre sus amorosos y cálidos brazos...
qué sentido tiene despertar a la vida
en lo más profundo de sus ojos...
o mirarme en las negras aguas de su alma?
¿Para qué seguir con vida, si Ella,
mi Amada, mi Niña, mi Reina...
se ha marchado con Caronte,
y ha cruzado ya la Laguna Estigia?

Pero yo la sigo buscando, incansable,
por el laberinto de los recuerdos no vividos,
de los amores imposibles y soñados...
de las realidades que nunca fueron...
y de los besos robados bajo las estrellas...

Pues la vida es muerte... sin Ella...

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