Lánguida y fría tarde de otoño en mi despacho,
asomándome de vez en cuando a la ventana,
para ver el mundo exterior, la vida que sigue
más allá de las cuatro paredes de mi universo...
Los dedos se pasean por el teclado, buscando...
A veces, la esquiva idea que no llega a término;
otras, el ritmo y la pausa, la respiración
de un nuevo texto, que nace lentamente...
El portátil encendido, bien cerca el teléfono,
a mano, el libro de cabecera, pero también
el paquete de tabaco, el mechero y el cenicero:
estos son mis compañeros de la tarde...
Pasan las horas, y con ellas, el tiempo...
Dentro de poco volveré a escucharla,
y seré feliz de nuevo... O infeliz, quién sabe...
Pues a pesar de todo, hoy tengo celos...
Celos del aire que la rodea, del sol,
de la lluvia, de los elementos,
de quienes la rodean, del mismo Dios,
pues al estar en todas partes, está con ella...
Mataría por haber estado a su lado hoy,
moriría por uno solo de sus besos...
Porque hoy tengo ansias de absoluto,
y la maldita distancia es un tormento...
Y pasarán los días, las semanas,
y seguiremos sin vernos, hablando,
cada tarde, de todo y nada al mismo tiempo,
cualquier cosa con tal de escucharla...
Aunque de sobra sé que no escucharé
de su boca, las palabras que tanto anhelo;
nos movemos en tierras pantanosas
de esquivos y dulces sentimientos...
¿Qué sentido tiene todo, me pregunto,
si no puedo conseguir lo que anhelo?
Solo soy un poeta con ansias de absoluto,
que vive en el limbo del desconsuelo...
... al final, regreso a la poesía... aunque no sea demasiado buena... aunque a veces me parezca incluso un poco falsa... porque me quedé enganchado en las marañas de la prosa... pero sobre todo, porque disfruto escribiendo poesía... y compartiéndola contigo...
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un desconsuelo que tiene caricias de pasión!!.. hermosoo!!!
ResponderEliminar(dejado por Patricia)