Ya es de noche en mi prisión…
Atrás queda otro día de soledad,
de frío y de tristeza, de decepción…
Suena el teléfono, y escucho tu voz…
Y todo lo demás deja de existir…
Lo de menos son las palabras,
que bien sabes que se las lleva el viento,
incluso los sentimientos dejan de importar…
¿Qué tú me hablas de amistad, y yo de amor?
Supongo que es cuestión de tiempo,
el que aprenda a jugar con tus normas…
Pero de momento, al escucharte,
nada tiene ya importancia,
salvo el presente, que anula la distancia,
y me dejo llevar, por tus historias,
por el dulce sonido de tu voz…
Es como despertar de nuevo,
en otra realidad, donde solo importa
el que estemos juntos tú y yo…
Porque tu voz me da la vida,
me ayuda a luchar un día más,
me da fuerzas para seguir adelante,
para mantener un resto de ilusión…
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