Me compré un corazón de piedra,
porque estaba cansado de sentir,
de esperar, de ansiar... y de sufrir...
Que ya casi no me quedaban fuerzas,
para llegar al final del día, y dormir,
y siempre me despertaba con el ansia...
Y desde aquél día, afortunado o aciago,
qué se yo, cada sentimiento alegre,
cada caricia, cada beso, lo he guardado,
en mi pequeño corazón de piedra gris...
Rozándolo con la yema de los dedos,
o calentándolo en las manos, lo acuno,
mientras deposito en él lo que tiene valor...
Besos robados a la luz de la luna o del sol,
las caricias de novios, que todo lo dicen,
la mirada de un niño hacia su madre,
el olor de un recién nacido en los brazos,
los maullitezos y ronroneos de mi gato,
la complicidad de una venerable pareja,
el primer canto del mirlo en la mañana,
la tardía despedida de la alondra,
el sonido del mar sobre las rocas,
el beso furtivo que nunca llegué a dar,
la más bella puesta del sol de mi vida,
el reflejo de la luna en sus cabellos,
los hoyuelos que le salen, al sonreír,
la voz de mi abuelo contándome un cuento,
el olor de su colonia sobre mi piel,
el primer paseo en bicicleta... sin rueditas...
la fragancia del océano al despertar,
el sonido de la lluvia en el Retiro,
los esquivos gemidos de los amantes,
el agridulce frescor de la brisa otoñal,
el canto de las estrellas en el campo,
las ilusiones y batallas, perdidas, al morir...
Todos mis anhelos, mil y un recuerdos,
todas mis fuerzas, y esperanzas, las guardé,
en mi pequeño corazón de hematite...
y allí siguen, protegidas del tiempo...
Que ya bastante tengo, con mi corazón
de carne y sangre, de muerte y de vida,
para sufrir...
porque estaba cansado de sentir,
de esperar, de ansiar... y de sufrir...
Que ya casi no me quedaban fuerzas,
para llegar al final del día, y dormir,
y siempre me despertaba con el ansia...
Y desde aquél día, afortunado o aciago,
qué se yo, cada sentimiento alegre,
cada caricia, cada beso, lo he guardado,
en mi pequeño corazón de piedra gris...
Rozándolo con la yema de los dedos,
o calentándolo en las manos, lo acuno,
mientras deposito en él lo que tiene valor...
Besos robados a la luz de la luna o del sol,
las caricias de novios, que todo lo dicen,
la mirada de un niño hacia su madre,
el olor de un recién nacido en los brazos,
los maullitezos y ronroneos de mi gato,
la complicidad de una venerable pareja,
el primer canto del mirlo en la mañana,
la tardía despedida de la alondra,
el sonido del mar sobre las rocas,
el beso furtivo que nunca llegué a dar,
la más bella puesta del sol de mi vida,
el reflejo de la luna en sus cabellos,
los hoyuelos que le salen, al sonreír,
la voz de mi abuelo contándome un cuento,
el olor de su colonia sobre mi piel,
el primer paseo en bicicleta... sin rueditas...
la fragancia del océano al despertar,
el sonido de la lluvia en el Retiro,
los esquivos gemidos de los amantes,
el agridulce frescor de la brisa otoñal,
el canto de las estrellas en el campo,
las ilusiones y batallas, perdidas, al morir...
Todos mis anhelos, mil y un recuerdos,
todas mis fuerzas, y esperanzas, las guardé,
en mi pequeño corazón de hematite...
y allí siguen, protegidas del tiempo...
Que ya bastante tengo, con mi corazón
de carne y sangre, de muerte y de vida,
para sufrir...
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