Amanece...
el sol, perezoso,
estira sus primeros rayos,
con la promesa del nuevo día...
El astro rey saluda al mundo, y,
lentamente, lo va pintando de colores
desde su escondite más allá de la línea del horizonte...
Primero es una claridad difusa,
que te permite distinguir
las pequeñas crestas de las olas,
las nubes recién lavadas,
y alguna gaviota...
Luego, dominan los colores del fuego,
rojos, naranjas, amarillos, y algunos dicen,
que a veces, también se ve un brillante rayo verde,
y después, la paleta del cielo y del mar,
azules, verdes, turquesas, grises, magenta...
Con la luz, los sonidos cobran vida,
después de una noche de intranquilo sueño,
el canto de las olas arrulla a los amantes,
en su terca insistencia, el mar envía sus
mensajes a la tierra, amor imposible y mortal...
Después, otros sonidos se unen a la sinfonía,
el murmullo de la brisa entre los pinos,
el piar de una gaviota madrugadora,
hay tanto silencio, que se podría escuchar
el leve "ris, ris" de los granos de arena...
y también se oye tu respiración...
Duermes, tranquila, con tu cabeza
descansando sobre mi hombro,
tu larga melena negra expandida
sobre mi pecho, como intentando
darme algo de calor en ese frío amanecer...
Bajo nosotros, una manta escocesa,
sobre nosotros, el cielo plagado de azul,
pero todo eso, todo el mundo, desaparece,
cuando despiertas suavemente,
me miras, me sonríes...
y me zambullo en tus ojos marrones,
mientras nos unimos con un beso...
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