Noche de feria a la orilla del mar,
Nada importa, para los amantes…
Que fusionan almas y cuerpos, sin pensar,
En palabras extrañas como amor o piedad…
Mueren las olas, besando la arena, en su cantar,
Imposibles recuerdos nacidos del profundo mar,
Extrañas criaturas se acercan para mirar,
A dos amantes, que se pierden entre dos almas…
Nada importa, para los amantes…
Que fusionan almas y cuerpos, sin pensar,
En palabras extrañas como amor o piedad…
Mueren las olas, besando la arena, en su cantar,
Imposibles recuerdos nacidos del profundo mar,
Extrañas criaturas se acercan para mirar,
A dos amantes, que se pierden entre dos almas…
Noche sin luna ni estrellas, sueños oceánicos,
Final y principio de un leve y mágico respirar,
Pasan los minutos con tormentas de besos,
Caricias imposibles, y cuerpos que se funden…
Las luces de la Feria recuerdan, en la distancia,
Que existe un mundo real, extraño, acechante…
Y que un mañana esquivo les podrá separar,
Pero esta noche, tiempo y espacio desaparecen…
Sinfonía de caricias y besos, que permanecen…
Bocas, manos y pieles se buscan sin cesar,
En los límites del sueño, lejos del bien y del mal,
Las olas los arrullan, el tiempo se detiene…
Interrumpen las ondas su eterno cantar,
El viento ya no refresca cuerpos y caras,
Los amantes se arrullan en la eternidad,
Donde nada ni nadie parece ya importar…
Y el mundo entero se detiene, acechando,
En el suspiro de la amada, el nombre amado…
Con el último éxtasis, regresa la vida…
Donde nada ni nadie parece ya importar…
Y el mundo entero se detiene, acechando,
En el suspiro de la amada, el nombre amado…
Con el último éxtasis, regresa la vida…
Y el mundo reanuda su lento caminar…
Noche de Feria a la orilla del silente mar,
Amándonos sin pudor, sin querer pensar,
Que con las luces del alma, volveremos atrás…
Sirena y mendigo, unidos para amar…
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