Mi alma te busca, incesantemente, a través de mil vidas,
cruzando mil cielos ardientes, bajando a las simas abisales,
reclamando tu presencia, clamando por tu inclemente ausencia...
La vida, la última vida, me la he pasado siguiendo tus sombras,
tus múltiples facetas, tus huellas en la arena y en la piedra,
en el corazón frío y oscuro de la Ciudad Eterna...
He recorrido cientos de kilómetros por playas calcinadas,
he caminado entre árboles milenarios convertidos en piedra,
atravesando las junglas naturales, y las hijas del hombre...
Por todas partes he encontrado tu rastro, en miles de sitios,
de gentes, de ambientes, de rasgos, de cielos, de nubes,
en las casas y las calles, en cloacas y azoteas...
He recorrido desiertos y montañas, cumbres y valles,
y cada piedra, cada paso, me acercaba más a ti...
y lo sentía mi cuerpo, en mi alma y en mi mente...
Y al final, te he encontrado, en el lindero, en las brumas,
en la frontera entre dos mundos, almas antiguas que se buscan,
se pierden, se hallan, se encuentran, se extravían, se funden, se besan...
Dos almas antiguas que, por fin, terminan encontrándose, en el sudor,
en el campo de batalla de las sábanas revueltas, en los cuerpos
entrelazados, con el reflejo del deseo satisfecho en los ojos...
cruzando mil cielos ardientes, bajando a las simas abisales,
reclamando tu presencia, clamando por tu inclemente ausencia...
La vida, la última vida, me la he pasado siguiendo tus sombras,
tus múltiples facetas, tus huellas en la arena y en la piedra,
en el corazón frío y oscuro de la Ciudad Eterna...
He recorrido cientos de kilómetros por playas calcinadas,
he caminado entre árboles milenarios convertidos en piedra,
atravesando las junglas naturales, y las hijas del hombre...
Por todas partes he encontrado tu rastro, en miles de sitios,
de gentes, de ambientes, de rasgos, de cielos, de nubes,
en las casas y las calles, en cloacas y azoteas...
He recorrido desiertos y montañas, cumbres y valles,
y cada piedra, cada paso, me acercaba más a ti...
y lo sentía mi cuerpo, en mi alma y en mi mente...
Y al final, te he encontrado, en el lindero, en las brumas,
en la frontera entre dos mundos, almas antiguas que se buscan,
se pierden, se hallan, se encuentran, se extravían, se funden, se besan...
Dos almas antiguas que, por fin, terminan encontrándose, en el sudor,
en el campo de batalla de las sábanas revueltas, en los cuerpos
entrelazados, con el reflejo del deseo satisfecho en los ojos...
Dos cuerpos que se funden en uno solo, dos almas re-encontradas,
la mía y la tuya, cantando la más antigua tonada del Multiverso,
pues en el fondo, hacer el amor es precisamente eso...
Tú eres mi alma antigua, mi alma gemela, y al encontrarte, lo supe,
al escribirte, lo confirmé... al escribirte, lo rubriqué con un etéreo beso,
al abrazarte, te encontré, y besándote, intercambiamos las almas...
la mía y la tuya, cantando la más antigua tonada del Multiverso,
pues en el fondo, hacer el amor es precisamente eso...
Tú eres mi alma antigua, mi alma gemela, y al encontrarte, lo supe,
al escribirte, lo confirmé... al escribirte, lo rubriqué con un etéreo beso,
al abrazarte, te encontré, y besándote, intercambiamos las almas...
¡Qué extraño me parece, a través del Averno de tus ojos, terminar
la noche en un cuerpo de mujer, en tu cuerpo, y mirarme con tus ojos,
y besarme a mí mismo con tus labios, y probar mi sabor de tus labios!
¡Qué misterio, conocerme, reconocerme, a través de tus manos,
de tus caricias, de tus besos, de tu piel, comprimida en los límites
de tu cuerpo de varón, pero sin olvidar mi naturaleza de mujer!
la noche en un cuerpo de mujer, en tu cuerpo, y mirarme con tus ojos,
y besarme a mí mismo con tus labios, y probar mi sabor de tus labios!
¡Qué misterio, conocerme, reconocerme, a través de tus manos,
de tus caricias, de tus besos, de tu piel, comprimida en los límites
de tu cuerpo de varón, pero sin olvidar mi naturaleza de mujer!
Y lenta, dulcemente, en medio de aquél tierno silencio, nos
amamos, en el límite de nuestro ser, y de nuestros cuerpos,
con las almas cambiadas, y tras el goce, llega la ternura...
Y regresan las almas a su lugar, los corazones laten, satisfechos...
trazando arabescos sobre la piel de tu espalda, mientras tú me
acaricias el cuello, y tus ojos me reclaman un último beso...
amamos, en el límite de nuestro ser, y de nuestros cuerpos,
con las almas cambiadas, y tras el goce, llega la ternura...
Y regresan las almas a su lugar, los corazones laten, satisfechos...
trazando arabescos sobre la piel de tu espalda, mientras tú me
acaricias el cuello, y tus ojos me reclaman un último beso...
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