Tus ojos son verdosos, enormes, soñadores, almendrados, hechiceros,
prometen guardar fieramente mil y tantos mundos secretos,
que habitan en tu interior, en tu corazón, en tu cerebro...
son los fieles testigos de los cientos de veces
que has llorado por amor, desamor,
alegrías, tristezas, amargura,
pero también me hablan
de tus luminosos
secretos...
prometen guardar fieramente mil y tantos mundos secretos,
que habitan en tu interior, en tu corazón, en tu cerebro...
son los fieles testigos de los cientos de veces
que has llorado por amor, desamor,
alegrías, tristezas, amargura,
pero también me hablan
de tus luminosos
secretos...
Tus ojos son los mensajeros de tu alma, de tus sentimientos, y por eso
unas veces transmiten todo el amor del mundo, como los ríos
desbocados por la inundación de felicidad que te ilumina,
y entonces, para mí no hay en el mundo mujer
más hermosa, bajo mis ojos, tu belleza crece
hacia el infinito, a los secretos confines
del multiverso... y cuando te miro,
y al mirarte, solo lamento,
que estés durmiendo...
Tus ojos, Fátima, son la ventana hacia mis sueños, pues en el fondo
de ellos me refugio, cuando tengo miedo, cuando me agobian
las pequeñas tragedias de la vida, también las grandes,
entonces, me acerco tanto, que consigo verme,
casi entero, en el espejo de tus pupilas,
entre el marrón y el verde,
que se vuelve grisáceo
y cambian con
el tiempo...
Pero tus ojos, tan cambiantes de puro inquietos, tan luminosos, se cierran,
sin embargo, cuando te beso, lentamente, y no puedo encontrar
en tu fondo mi reflejo... ¿Por qué se cierran los ojos al besar?
¿Es para dar libertad a la imaginación? ¿Para soñar mejor?
O tal vez por algo mucho más simple: que cuando
dos amantes se besan, el mundo sobra,
y nada importa, cuando los labios
se rozan, y destilan amor
secreto...
Ojos de mujer enamorada, de amiga, confidente, compañera, que tal vez ahora
guardan en su interior un secreto, el de una vida que comienza en tus
entrañas... Si los ojos nada esconden... Si son el espejo del alma,
¿Por qué no me cuentan, entonces, lo que más deseo?
¿Por qué me niegas ese conocimiento que ansío?
¿Quizás porque todavía no lo sabes?
Y mientras tanto, yo busco,
en tus ojos, la imagen
de nuestro hijo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario