sábado, 16 de junio de 2012

EL VIEJO BANDONEÓN ENAMORADO

Gime el bandoneón en su tristeza,
olvidado en el centro del escenario...
¿Qué culpa tiene él, con toda su
grandeza, de pesar demasiado?
¿Por qué lo abandonan allí,
madrugada tras madrugada,
envuelto en el humo de tabaco
rancio, oliendo el sudor humano,
con el alma preñada de recuerdos
y el corazón henchido de tristeza?

Allí, sobre un alto taburete,
frente a la sala vacía y silenciosa,
recuerda cada noche, cada nota,
de su extraño romance cotidiano...
Con la sala casi llena, el escenario
a oscuras, se hace el silencio,
y un solitario foco de luz blanca
ilumina una figura azul, es ella,
su ama dominante y celosa, pero
al mismo tiempo, su consejera...

Su amiga, su compañera, su diosa...
¿qué culpa tiene él, pobre desgraciado,
de haberse enamorado de su humana,
que cada noche le da la vida entre sus brazos?
Presencia cálida y lejana, siente su corazón
mientras ella, regulando su respiración
y su voz, extrae de su interior aquella
música secreta, de bandoneón enamorado...
Mayor no puede ser la entrega, cuatro horas de cariño,
de mimos... por veinte de ausencia...

Por ella, ha roto incluso el viejo Código
del Bandoneón Arrabalero, pues cada noche
le canta, con voces y registros prohibidos,
historias de viejos amores olvidados...
Los instrumentos tenemos alma, le dice,
cada noche, tenemos voces especiales
que no deben ser oídas por los humanos,
al traicionar el viejo código, me quedo solo,
me rechazan los demás, sobre todo la
altiva guitarra, mas no me importa...

Haré frente al desprecio, a la soledad,
y te seguiré entregando el milagro cotidiano
de mi canción enamorada... Por eso mi voz
es distinta de cualquier otra...
Sentirte noche tras noche, tu respiración,
tus manos, tus pechos, tus brazos...
Acompañarte mientras me sigas queriendo,
y luego, desaparecer... Hasta la noche siguiente,
y cantar a dúo tristes canciones de amor...
a veces les llaman "fados", otras "tangos"...

Elevar nuestras voces noche tras noche,
generar sentimientos, deseos y sueños...
Que el público se quede en silencio,
que escuche, recuerde, y llore...
Que no entiendan lo que les pasa,
pero al mismo tiempo, sientan...
Lo único que realmente lamento....
es no tener ojos, para poder verte...
pues nadie pensó en ponerle
ojos ni labios al bandoneón...

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