Muchas veces, al pensar en ti,
noto que estoy jugando con fuego,
que mi alma poco a poco se consume
por tantos sentimientos callados,
por todas las cosas que me gustaría
decirte al caer la tarde, cuando escucho,
tan cerca en la distancia, el sonido de tu voz.
Las palabras inexpresadas aletean
como mariposas en mi pecho,
levantando tal vez huracanes
en los versos de otro poeta,
con una musa menos exigente,
o como poco más cercana.
Si unas cuantas horas de charla
por teléfono en las puertas del ocaso,
y unas pocas horas juntos
una mañana de primavera
se han convertido poco a poco
en casi cien poemas de amor...
¿Qué habría pasado si te hubiera besado,
lanzándome a la tan deseada aventura,
si te hubiera abrazado con fuerza,
para grabar tu cuerpo sobre mi piel?
¿Cómo estaríamos ahora, mi dama,
de haber vivido en la misma ciudad,
con la posibilidad de vernos a diario,
de cambiar el teléfono por un café?
Dicen que todo poeta necesita
una musa para nacer y crecer,
y por ti nacen los versos,
desde el fondo de mi corazón...
Tristes versos marcados por la ausencia,
por la distancia, convertidos en mensajes,
perdidos entre dos mundos distantes,
y convertidos en papel y tinta...
... al final, regreso a la poesía... aunque no sea demasiado buena... aunque a veces me parezca incluso un poco falsa... porque me quedé enganchado en las marañas de la prosa... pero sobre todo, porque disfruto escribiendo poesía... y compartiéndola contigo...
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