miércoles, 2 de enero de 2019

CUARENTA Y SIETE

Hija de la soledad, de la noche infinita,
mi tristeza se escurre por los rincones,
va atronando el silencio en la tierra,
y mis palabras se convierten en versos.

Amor y distancia, son una mala mezcla,
aunque permiten llenar los silencios
con palabras que de otra forma no nacen
cuando a la distancia de la boca te tengo.

Gran invento sería el teléfono,
portador de magias dulces y blancas,
cómplice de los amantes eternos,
si permitiese enviar los besos...

Besos que te mando en el aire nocturno,
que me quema los labios desiertos,
que te buscan cada noche enamorados,
y se arrastran a tu lado sedientos.

Labios, lenguas, dientes, cuerpos,
almas que se mezclan y se alternan,
cómplices de la danza vieja y eterna,
de esas que hablan los cuentos...

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